martes, 11 de mayo de 2010

SE PUEDE SER SOCIALISTA HOY ?




Por Pedro Francke




Los jóvenes de hoy ni siquiera saben que es URSS ni que una de las S está por “Socialista”. En China, gobierna un partido con el nombre de Comunista pero que no tiene absolutamente nada de tal. La socialdemocracia europea carece de la vitalidad reformista del pasado. ¿Ha muerto el socialismo?

La historia, sin embargo, no se detiene, y las grandes ideas de “igualdad y fraternidad” siguen inspirando a millones – incluido yo. Como la energía, solo se transforman. La reforma de la salud de Barack Obama ha sido tildada de “socialista” por la ultraderecha republicana, y no deja de tener razón: el objetivo fundamental de esta reforma es, mediante la intervención del gobierno, reducir las enormes desigualdades que hay en el acceso a la salud en Estados Unidos. En América Latina, países como Brasil, Chile, Argentina y Bolivia han avanzado en los últimos años hacia asegurar que todos los ancianos reciban una pensión. Si levantamos la mirada veremos que en el mundo los derechos sociales siguen avanzando y con ellos la igualdad, aunque nuestro país sea una excepción. Las grandes discriminaciones que aún persisten entre mujeres y hombres y entre personas con distinta orientación sexual, y que nos indignan, no deben hacernos perder de vista que hay victorias importantes conquistadas en los últimos años: también ahí la igualdad avanza.

Mientras la igualdad social avanza lentamente en el mundo, la igualdad económica ha ido para atrás. ¿Se debe esa mayor desigualdad económica en el mundo a un cambio tecnológico y a una globalización frente a las cuales sería fútil resistirse, o tiene causas políticas que pueden revertirse? Afirmo que es lo segundo, que podemos tener internet y globalización con justicia social. Recomiendo un reciente libro de Paul Krugman, premio nobel de economía, titulado “The conscience of a liberal” – en Estados Unidos se llama liberal a un hombre o ideas progresista. Demuestra claramente que el aumento de la desigualdad económica en Estados Unidos en las últimas décadas se debe a las políticas neoliberales de Reagan y sus seguidores, que han reducido impuestos a los super-ricos, recortado el gasto social y atacado la capacidad de negociación de los sindicatos (cualquier parecido con el Perú no es pura coincidencia). En síntesis, el aumento de la desigualdad económica no es tecnológico ni inevitable: es político.

Desde luego, pensar hoy que combatiremos la desigualdad social eliminando la propiedad privada, solo puede caber en la extraña mente de Kim Jong Il. El líder coreano, como un náufrago extraviado, no se ha enterado del gran juicio que la historia realizó a las economías de planificación central, condenándolas al cajón de los recuerdos. Hoy solo puede pensarse en un Socialismo con mercado, con iniciativa privada y con inversión empresarial. Pero la historia también ha hecho un juicio lapidario sobre el neoliberalismo y el mercado desregulado, que genera supermillonarios, pobreza, daño ambiental e inestabilidad financiera. El rumbo económico a seguir es claramente el de una economía de mercado pero con un Estado que impida sus excesos y le de sentido social, de maneras que son y tendrán que ser distintas en cada latitud. La idea de que también la economía tiene que ser gobernada en aras de limitar la desigualdad y defender el bien común, es la idea socialista que hoy domina el mundo.

Además de la historia pasada, la otra gran razón para ser socialista hoy es el futuro. La humanidad está amenazada por el cambio climático global y otros grandes problemas ambientales. Adiós a la idea neoliberal de que el libre mercado es perfecto: ese sistema nos está dejando sin planeta. Tiene que haber un acuerdo global para proteger a la Tierra. Las emisiones de carbono deben ser reducidas y las responsabilidades para lograrlo tienen que ser repartidas, lo que el libre mercado no puede hacer. Tenemos que hacerlo en común y con justicia, y esas ideas, fraternidad e igualdad, son las grandes ideas históricas del socialismo.

Habiendo tenido el Socialismo grandes aportes a la historia de la humanidad, en su nombre también se han cometido grandes crímenes. Un ejercicio de verdad y memoria debe reconocerlo, y afirmar en contraposición que hay que mantener al tope la bandera de la libertad. Afirmando la trilogía de “libertad, igualdad, fraternidad”, el socialismo moderno es hijo de la Revolución Francesa más que de la Soviética.





Tomado de la Revista "Hildebrandt en sus Trece"