jueves, 27 de mayo de 2010

SOBRE LA LITERATURA SAPIENCIAL,HAROLD BLOOM





Harold Bloom regresa con renovada pasión para ofrecernos las claves que atesora la literatura para encontrar sentido a la vida

¿DÓNDE SE ENCUENTRA LA SABIDURÌA? es un libro que comienza a escribirlo un
Bloom moribundo, el mismo Bloom que durante toda su carrera productiva
diera la impresión de que su estado de salud estuviera en perfecta
sintonía con su vigorosa crítica en la arena literaria y su vertiginoso
ritmo en investigación, interpretación y especulación.

Sin embargo, y lejos de cualquier deseo de aquellos que se mueven en el
análisis literario por las corrientes del deconstructivismo, por la
crítica del género, e incluso para aquellos que se agrupan en los estudios
culturales, con este libro Bloom renace y retoma su repudiada práctica de
escribir canon1, esto es, en síntesis, de expresar fehacientemente cuáles
son los criterios para discernir qué es lo bueno, lo regular, o lo malo en
la literatura; de instruir qué y cómo se debe leer; de señalar cuáles son
las figuras dignas de atención en el arte del texto.

Ahora es el turno de la escritura sapiencial, es decir, de la que debe ser
considerada sabia. Como ya se desprende, Bloom aquí trata de exponer qué
textos y autores caben bajo tal rótulo, por qué razones, bajo cuáles
criterios estéticos y en qué medida ellos distan de otras plumas y
personalidades filosóficas o poéticas, desde que el tiempo es tiempo en la
escritura de Occidente.

Valga comenzar enfatizando que a pesar de que las notas relativas a su
estado de salud puedan sonar exageradas, es éste el que da el tono general
de este texto, pues el propio autor es quien lo admite, y no sólo en los
dos siguientes pasajes, cuando expresa el objeto del libro, su visión de
la belleza y comenta su relación con la poesía:

... Durante medio siglo he estudiado y enseñado la literatura que emergió
del monoteísmo y sus secularizaciones posteriores. ¿Dónde se encuentra la
sabiduría? surge de una necesidad personal, que refleja la búsqueda de una
sagacidad que pudiera consolarme y mitigar los traumas causados por el
envejecimiento, por el hecho de recuperarme de una grave enfermedad y por
el dolor de la pérdida de amigos queridos.
A lo que leo y enseño sólo le aplico tres criterios: esplendor estético,
fuerza intelectual y sabiduría. Las presiones sociales y las modas
periodísticas pueden llegar a oscurecer estos criterios durante un tiempo,
pero las obras con fecha de caducidad no perduran. La mente siempre
retorna a su necesidad de belleza, verdad, discernimiento. La mortalidad
acecha, y todos aprendemos que el tiempo siempre triunfa. "Disponemos de
un intervalo y luego nuestro lugar ya no nos conoce" .
... No creo que la poesía sea una manera de ganarse la vida (excepto por
unos pocos, como Shelley y Hart Crane); es algo demasiado grande,
demasiado homérico. A las puertas de la muerte me he recitado poemas, pero
no he buscado un interlocutor para entablar una conversación dialéctica
.
La presión de la muerte, el significado del dolor, el rol del miedo, pero
también la tranquilidad de la belleza, el aroma de la sagacidad, la
vitalidad de la ironía, incluso el sabor del chisme, en un hombre que
estuvo ad portas de la muerte, son los elementos combinados que dirigen el
sentido de este texto.

Estos elementos los busca Bloom desesperada y paradójicamente antes de que
el inevitable exterminio físico lo consuma, a través de algunas de las
hebras escritas en Jerusalén, Atenas, en la Europa laica, o la Tierra del
Atardecer. Y las paradojas comienzan de inmediato, en las primeras páginas
de la búsqueda, cuando sostiene
No he visto que la literatura sapiencial sirviera de consuelo...
Desde la infancia he encontrado consuelo en la sabiduría talmúdica, que se
concentra en los Pirke Aboth, los "Dichos de los Padres". En la vejez,
recurro a menudo a los Aboth, que son un añadido posterior al inmenso
Mishnah, la "Torá oral"...
En breve se debe decir que: éste es un libro de un hombre agotado, frágil,
quejumbroso, que vuelve a su origen judío, para él la sabia de la cultura
occidental, con el objeto de alegar en contra del periodismo actual, la
decadencia intelectual, la América de Bush -la del Nuevo Orden Mundial. Es
un libro político, como pocos de Bloom, que utiliza la categoría de
"sabiduría" para estos propósitos.

Pero, ¿qué entiende Bloom por este concepto? Sin dar recetas escolares,
pareciera ser que Bloom entiende por sabiduría el camino de la Verdad,
aquella que, aunque no se pueda encarnar, se puede conocer, la misma que
nos permite reconocer nuestros límites frente a la naturaleza y, sobre
todo, la que muestra la dirección hacia una doble Alianza. Para Bloom,
esta Alianza ha estado con nosotros siempre, y se compone de un eje
evidente, y de otro más arduo de confesar. El primer eje de esta Alianza
es de orden religioso, dada la coincidencia entre las civilizaciones en la
apuesta monoteísta, producto de la raíz similar en los ancestros
espirituales; el segundo eje es de orden estético, el cual se mueve entre
la sabiduría prudencial y la escéptica, las únicas dos versiones para
Bloom de sabiduría, siendo aquélla producto directo del monoteísmo -judío,
cristiano o islámico- penitente y doloroso, y siendo ésta producto del
individualismo laico e irónico. De aquí que el primer apartado del libro
titulado "Sabiduría", que funciona como introducción, termine con:
Si la sabiduría es la fe en la Alianza, entonces no veo que la sabiduría
pueda ir más lejos
.
Y que el final del libro, cuyo apartado se titula "Coda: Némesis y
sabiduría" y que se utiliza como conclusión, acabe con:
El monoteísmo occidental -judío, cristiano, islámico- quizá no es tan
opuesto como complementario a la confianza de Goethe, Emerson o Freud en
el genio individual, o Eros demoníaco. La tradición de la sabiduría laica
y la esperanza monoteísta quizá al final no puedan conciliarse, al menos
no del todo, pero los más grandes escritores antiguos y modernos -Homero,
Dante, Cervantes, Shakespeare- idean equilibrios que (aunque precarios)
permiten que coexista la sabiduría prudencial y algunas insinuaciones de
esperanza. Leemos y reflexionamos porque tenemos hambre y sed de
sabiduría. La verdad, según el poeta William Butler Yeats, no puede
conocerse, pero puede encarnarse. De la sabiduría yo, personalmente,
afirmo lo contrario: No podemos encarnarla, aunque podemos enseñar cómo
conocer la sabiduría, la identifiquemos o no con la Verdad que podría
hacernos libres .
Entre la introducción y la coda, la primera parte, titulada como "El poder
de la sabiduría", se abre con un primer capítulo encabezado como "Los
hebreos: Job y el Eclesiastés". En esta sección, Bloom se esfuerza por
hacernos ver que los hebreos, recogiendo la influencia egipcia y sumeria,
nos heredan con los libro de Job y el Eclesiastés la sabiduría más brutal
y escéptica de la Biblia hebrea. Mientras Job nos conduce a un Dios, un
Leviatán, que se manifiesta sólo como poder y que no hace pactos con
nadie, Cohélet, el predicador, nos lleva a un genio que viaja por los
abismos de una confesión personal, que rehúsa de la vanidad. Job le da el
título a Bloom, Cohélet el modelo de su retórica y la sapiencia que quiere
comunicar:

El libro de Job ofrece sabiduría, pero no la podemos comprender. De ahí el
espléndido poema del Capítulo 28, 12-28, que no nos deja otra opción que
rendirnos ante su elocuencia:

Mas la sabiduría, ¿de dónde viene?
¿cuál es la sede de la Inteligencia?
Ignora el hombre su sendero,
no se le encuentra en la tierra de los vivos.
Dice el abismo: "No está en mí",
y el mar: "No está conmigo"...
La Perdición y la Muerte dicen:
"De oídas sabemos su renombre".
Sólo Dios su camino ha distinguido,
sólo él conoce su lugar (28).