lunes, 2 de mayo de 2011

CONFESIONES DE UN SICARIO ECONÒMICO

John Perkins








alvaro vargas llosa votarà por ollanta,INCREÌBLE,CARAJO¡

Álvaro Vargas Llosa y sus 19 razones para votar por Humala
Dom, 01/05/2011 - 20:31



Este domingo el escritor y periodista nos enumera los principales motivos por los que considera que el candidato presidencial de Gana Perú es la mejor opción en la segunda vuelta.

1] Con los Fujimori, el aprendizaje moral de la clase dirigente peruana, que tiene los valores invertidos y cree que libertades y DDHH son una cojudez, se interrumpirá. Resucitará la república bananera.

2] Con los Fujimori, el “modelo” volverá a ser el coto vedado de ciertos mercachifles: el mercantilismo mafioso es la negación de una economía libre. El crecimiento anual de la década democrática fue tres veces superior al de los 90.

3] Con los Fujimori, se cancelará la posibilidad de que los pobres recuperen la dignidad: el método para comunicarse con ellos en los 90 fue la dependencia, la esterilización forzosa, la fosa y la cal.

4] Con los Fujimori, se instalará el terror en las empresas, salas de redacción y tribunales. Los despidos, amenazas y capitulaciones en el principal grupo mediático y una radio arequipeña son un abracadabrante anticipo. El fujimorismo no es una idea o proyecto: es un método. El método de Al Capone (sin el detalle del puro).

5] Con los Fujimori, garantizaremos que el magistrado César San Martín, un lujo para el Poder Judicial, sufra una persecución abominable.

6] La condición ética, política e intelectual de los botafumeiros de Fujimori basta para saber dónde no hay que estar. Para sus economistas copiones de alquiler, sus arlequines televisivos importados (con “dumping”) y sus pelafustanes cibernéticos fue pensada la frase de Borges: “Se había adiestrado en el hábito de simular que era alguien para que no se descubriera su condición de nadie”.

7] El candidato a primer vicepresidente de los Fujimori es un golpista. El candidato a segundo vicepresidente es casi fascista y tonto a partes iguales. En materia de autoritarismos, “casi” es un agravante y “tonto” un pleonasmo.

8] En los países donde las cosas están en su sitio, la cárcel no la gobierna el presidiario. La Diroes es hoy la hacienda de los Fujimori. El peligro no es que la candidata libere al padre sino que el padre enreje al país con hija y todo.

9] Con Ollanta, hay mayor garantía democrática. Si él comete un exceso, la derecha le saltará al cuello. Si los Fujimori cometen un crimen o delito, la derecha aplaudirá como foca.

10] Con Ollanta, el “modelo” podría adquirir más legitimidad social. Hubo dos fenómenos latinoamericanos en la última década: la expansión de la clase media y la modernización de una parte de la izquierda. Si Ollanta, bajo presión, da el salto definitivo, el Perú se sumará a una lista de vanguardia. El desarrollo no es posible sin una izquierda liberal.

11] Con Ollanta –y suponiendo su modernización definitiva– cerraremos el paso a futuros caudillos populistas. En Brasil, Chile, Uruguay y El Salvador, la izquierda moderada ha neutralizado el surgimiento de caudillos iluminados.

12] Las peores derrotas de Hugo Chávez no se las ha infligido la derecha sino la izquierda. Las críticas del uruguayo José Mujica a Venezuela el día mismo de su toma de mando y, ahora, la ruptura del paraguayo Fernando Lugo con Caracas han aislado más al venezolano. ¿Por qué regalarle en bandeja a Ollanta ahora que lo ha negado? Un estadista latinoamericano que tiene cómo saberlo acaba de asegurar en una reunión privada con un gran grupo mediático europeo: “Me consta personalmente: Ollanta no seguirá la línea de Chávez”.

13] Para ciertas reformas difíciles, la izquierda puede ser más audaz que la derecha. Mujica acaba de proponer en Uruguay el bono escolar –subsidio a la demanda educativa– y Lugo ha abrazado la apertura en Paraguay: gracias a inversores foráneos, su pequeño país acaba de superar a la Argentina en exportación de carne. Ricardo Lagos abrió el comercio en Chile más que la dictadura de Pinochet.

14] En tiempos de la resistencia democrática, me tocó recibir a Ollanta en el hotel que hacía de cuartel general. Él y su esposa querían vincularse a la causa que lideraba Toledo. El Perú se dividía entre quienes luchábamos en desventaja por la libertad y quienes la habían apuñalado por la espalda. Su instinto en ese momento fronterizo fue certero. Sus graves errores posteriores, que pagó en 2006, no quitan eso.

15] Al próximo Presidente le tocará lidiar con el fallo de La Haya sobre el diferendo marítimo con Chile. Si por alguna razón el fallo resultase desfavorable al Perú, es preferible un Ollanta constreñido por las responsabilidades de Estado.

16] Es mucho más saludable tener a Alan García haciéndole oposición a Ollanta que entendiéndose con un gobierno de Fujimori para cobrar por los servicios prestados.

17] Perú Posible, a pesar de las contorsiones de estos días, dará a Ollanta la mayoría necesaria para gobernar. Esa será una de las mejores garantías de que se ciña a los límites constitucionales.

18] Ha surgido una oportunidad de convertir la emergencia de la amenaza fascista en la oportunidad de un entendimiento entre la izquierda y sectores liberales. Hay precedentes históricos. En 1989, la coalición de conservadores y comunistas en Grecia acabó con un gobierno corrupto. En México, el PRD y el PAN de Felipe Calderón, con candidaturas comunes, han sacado del poder al PRI en varios estados y quizá vayan juntos en las presidenciales. En Inglaterra, liberal-demócratas (izquierda) y conservadores moderados han evitado juntos el continuismo.

19] Ollanta es la posibilidad que queda de enderezar la democracia que los demócratas torcieron en estos 10 años. Son responsables de ello los empresarios que reciclaron a periodistas enfeudados a la mafia, los políticos que se aliaron con ella para dirimir sus estúpidas querellas con otros demócratas, los dineros robados que no fueron totalmente repatriados y los muchos cómplices que “pasaron piola” (para usar un argentinismo) sin ser procesados.

Qué razón tenía Alexis de Tocqueville: “El hábito de la falta de atención debe ser considerado el mayor vicio democrático.” Si Ollanta triunfa, asegúrese la democracia de prestar milimétrica atención en el futuro.

César Hildebrandt escribe: La vieja indencencia

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Reproducido del semanario Hildebrandt en sus trece que cada viernes está en circulación.

Por César Hildebrandt

El único mérito que puedo concederme en esta vida moteada de algunos éxitos y muchos fracasos, en esta carrera ingrata que me eligió, en este oficio artesanal de tratar de encontrar la verdad que a pocos importa y las mentiras que ya no escandalizan, el único mérito que me concedo, digo, es no haber cedido a la tentación del medio: resígnate, así es el Perú, tolera lo que todos, créeles a los idiotas de la derecha, a los que hacen negocios turbios y a la vez editorializan en relación con “los valores de la democracia” (cuando la verdad es que se zurran en ella y en lo que significa).

Naces en este país hermoso y complicado y la primera sugerencia que te asalta es la del estoicismo: quédate quieto, tranquilo hermano, así es esta vaina, esto no lo arregla ni el sillau. Y se te puede pasar la vida haciéndote el de la vista gorda, haciéndote el loco y asistiendo con cara de palo a las grandes mecidas.

–Nada puedes hacer, esas son las reglas– susurra el aire tóxico de Lima.

–Esto no lo ha cambiado nadie– remacha una sombra, la sombra de lo que pudiste ser.

Me van a perdonar pero yo jamás creí en eso. Jamás hice el muertito en el mar de los sargazos de las voluntades, quebradas o roídas. ¿Por qué? Porque siempre creí que en el país de las cabezas gachas había que mirar lo más lejos que se pudiera. Porque viendo a las hormigas a uno le dan ganas de volar. Porque hay belleza en la rebeldía y una flácida fealdad en el conformismo.

Porque, en fin, siendo un viejo creyente del agnosticismo siempre he pensado que Jesucristo fue un hombre revoltoso asesinado por el orden imperante. Y que sin la rebeldía de Cáceres habríamos detenido nuestra historia en el mísero Iglesias. Y que sin la rebeldía de De Gaulle los franceses habrían tenido que arrastrarse junto a Petain, ese gran derechista pro nazi.

Mi generación ha fracasado. Pudimos tener a un refundador del país y construimos a García. Pudimos tener a un inconforme consagrado por las multitudes, a alguien que estuviese más impulsado por el amor que por el odio, pero nos detuvimos en Robespierre y en sus encarnaciones criollas.

Pudimos tener un país y lo que permitimos fue un mall. Ahora la pelota está en el tejado de los jóvenes. De ellos dependerá que este país cambie de verdad.

Hace como mil años que vivimos hablando en voz baja, consintiendo.

Hablamos bajito cuando los incas podían desollarte. Y más bajito cuando los españoles te podían trocear. Y todavía con murmullos cuando fuimos libres de boca para afuera pero súbditos de los sucesivos caudillos que creían que el Estado era un bien raíz y una chacra para los amigotes. Así fuimos haciendo esta gran Aracataca. Macondo hicimos.

Pensar era –y es– una anomalía. Disentir, una provocación. Rebelarse, una extensión de la locura. En un país dominado por la injusticia hablar de la injusticia te podía costar El Frontón. Y luchar contra ella, la vida.

Frente a un Túpac Amaru hubo cien Piérolas creando sus propios califatos. Porque el miedo a la libertad no es solo el título de un libro de Fromm. Es la consigna que la derecha le ha impuesto al Perú. Está en su escudo desarmado y en sus genes vendedores mayoristas de su propio país.

Todos roban –te dicen–. Y eso es casi una invitación a robar. Porque si todos roban, ya nadie roba.

–Aquí no hay castigos ni recompensas, todo se olvida– te muelen repitiéndolo. Y eso es otra incitación a la impunidad.

Lo criollo es también esta salsa espesa de quietud egoísta. Las verdaderas tradiciones peruanas no son las de Ricardo Palma: son decir sí y estar en la foto.

¿Exigir cambios? Eso es –dicen los que cortan el jamón y los idiotas de sus services– de chavistas, rojos, perfeccionistas, amargados y renegones. En el Perú la ira de los pobres se combate con misas o balazos y hay un estoico agazapado en cada futuro, detrás de la maleza de los días. Y cuando estemos lo suficientemente ablandados, vendrá el tiro de gracia. Y cuando venga el tiro de gracia, cuando ya no pienses sino en ti mismo y bailes solo en la loseta ínfima que te asignaron, ese será el día final de tu hechura: serás uno de ellos. Hablarás como ellos, maldecirás como ellos, venderás como ellos. Y, sobre todo, harás lo que ellos: negar al otro y sólo reconocerte entre los tuyos.

Que los jóvenes aprendan la lección. Nada cambiará si no matamos la resignación.

Porque la democracia no consiste en votar de vez en cuando. Consiste en ejercer la libertad a cada rato.

Los esclavos no aman la libertad –esa es una mentira altruista–. Solo los libres pueden amar la libertad y defenderla.

La mansedumbre no es madurez sino derrota. El aguante es la amnistía crónica. La docilidad es lo que se les exigía a los negros carabalíes embarcados a la fuerza en el puerto de Macao. La libertad no mata. La paciencia es una mentira teologal que contradice a Cristo y que Cipriani aplica en cada hostia. Cristo fue impaciente. La vida es una ráfaga impaciente.

Los peruanos no nacimos un día en el que Dios estuvo enfermo, como decía Vallejo de sí mismo. Naceremos el día en que sepamos apreciar el vértigo creador de la palabra desacato. El desacato no es el caos. Caos es lo que vendrá cuando las presiones sociales, contenidas por el plomo y la mentira, revienten otra vez.

Y ahora sería un magnífico desacato, un descomunal acto de rebelión democrática o dejarse engatusar por quienes quieren, en el colmo de la indignidad, que premiemos a la hija de un ladrón y asesino –ladrona ella misma al gozar del dinero robado– con la presidencia de la República.

Y todo por cerrarle el camino a un señor que quiere cambiar algunas cosas. Solo algunas cosas. Un señor al que la experiencia ha moderado y que se ha comprometido a no hacer experimentos anacrónicos. Pero que sí quiere que las mineras paguen lo que deben, que los impuestos sean más directos, que los viejos estén menos desamparados, que haya menos hambre y que la pobreza rural se atenúe todo lo que se pueda sin desbaratar la economía. Y que quiere también que el gas peruano abastezca primero a los peruanos y que los grandes proyectos de exploración y explotación de la minería y del petróleo se concilien con los intereses nativos y las normas ambientales que no se están cumpliendo.

La derecha quiere volver a demostrarnos que siempre gana. Presentó cuatro candidatos –cuatro variaciones de la misma melodía: Castañeda, Toledo, PPK y K. Fujimori– y los cuatro perdieron. Ganó un hombre gris que propuso algunos cambios. Y lo peor: sale la primera encuesta pos primera vuelta y el hombre sin demasiados atributos ¡sigue ganando! Y sigue ganando porque Lima, este espanto, no es el Perú. Porque el gobierno de Las Casuarinas está en crisis. Porque el modelo García, una combinación de Caco con Friedman, drena sanguaza.

Entonces, la derecha propone liquidar, de una vez y para siempre, esta pesadilla que aturde al dólar, baja las acciones, hace chorrear el rímel. Para eso están su tele, su radio, sus periódicos. Y se deciden por lo previsible: la campaña del terror.

Solo el terror podrá salvarlos. Porque saben que su prontuariada candidata es impresentable aun para 75 por ciento de peruanos.

Lo único que cabe, entonces, es bombardear al incómodo reformista con todos los B-52 de la calumnia, el rumor, la mugre, la idiotez que los cándidos pueden propagar. El propósito es el homicidio político del hombre que propone algunos cambios. Y los muertos no pueden ganar elecciones.

Hablan de intromisión extranjera los que quisieran anexarse a los Estados Unidos o al Chile potente que sus tatarabuelos dejaron entrar con su cobardía y su desunión. Denuncian que la libertad de prensa peligra quienes despiden a periodistas que se niegan a sumarse al lodo de la campaña contra Humala. Y advierten que el empleo está amenazado quienes han creado la mayor cantidad imaginable de empleos basura y services explotadoras.

Y a todo esto le llaman “elecciones democráticas”. A ensuciar la inmundicia le llaman “debate”. Y no tienen problema alguno bancando a una candidata indecente. Ellos representan la vieja indecencia de las encomiendas, las ladronas leyes de consolidación, el festín del guano. La señora K. Fujimori les cae como anillo al dedo.

NO A LA MAFIA CRIMINAL Y CLEPT+OCRATA VIVA EL PERÙ